Al ir caminando por el andador Alcalde, esta tarde vi a un muchacho indigente, de 26 años de edad, enfermo de hipertensión arterial, a la intemperie, bajo el sol, con dolor fuerte en el pecho, escalofríos y dificultad para respirar.
Se acercaron dos agentes de la policía municipal.
El agente de policía indebida y abusivamente preguntó a Marco Antonio su lugar de procedencia.
Los dos agentes de policía, por turnos y al mismo tiempo, abusivamente subieron el pie en la banca a los lados de Marco Antonio, muy cerca, como si estuvieran cercando a un delincuente para evitarle escapar, en clara señal de dominio y de intimidación, cuando lo que él necesitaba era tranquilidad y sensación de protección, no de agresión y amenaza.
Esta postura incluso era muy incómoda para ella seguramente debido a la relación entre su estatura y la altura de la banca. Evidentemente, no estaban haciéndolo por comodidad, sino con intención de intimidar, con abuso de autoridad, contra una persona en doble estado de vulnerabilidad, por su indigencia y a la vez, además, por su enfermedad.
Caminé unos cinco metros hacia atrás de ellos a fin de sacar el celular de mi maleta y fotografiarlos antes de que bajaran los pies de allí. Mientras tanto, la agente lo bajó y se fue hacia el lado del agente. El muchacho al notar mi ausencia comenzó a toser, y regresé a su lado.
Luego, la agente de policía cuestionó con insistencia, varias veces, mi derecho a grabar lo que estaba ocurriendo, cuando con mi celular enfoqué una ambulancia de la Cruz Roja que largo rato después llegó.
Los paramédicos de la Cruz Roja me impidieron acompañar al paciente.
Ninguno de los dos agentes de policía ni de los tres paramédicos de la Cruz Roja portaba gafete ni se identificó.
Uno de los paramédicos de la Cruz Roja, ridícula y abusivamente hizo el falso comentario de que al muchacho indigente le estaba yendo mejor que a él, y le respondí con franqueza.
Un rato después llegué a la Cruz Roja y tres personas de trabajo social me dieron a entender que iba a poder pasar a ver al muchacho. Luego estuvieron platicando unos minutos con otra persona de la clínica, mirando hacia mí. Después de un rato pregunté por qué no me habían llamado aún para entrar y me dijeron que no podía entrar.
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