domingo, 1 de mayo de 2022

(1) Índole de la tercera guerra mundial

La tercera guerra mundial, que está de manera indirecta llevándose a cabo por los países ricos contra Rusia, será recordada como la guerra mundial de los ricos contra los pobres, los ricos de todo el mundo contra los pobres de todo el mundo.


En los países ricos hay, desde luego, ya conciencia más que suficiente de los errores y los abusos que están cometiendo, por el desequilibrio, de poder, de agresiones y amenazas, que abusiva e irresponsablemente han generado en las últimas décadas.


Sin embargo, la obstinación se debe en parte a la inmadurez y la vergüenza de reconocer un enorme error, por parte de Estados Unidos y de sus secuaces países. Y sobre todo también por el hecho de que todos estos países están cada día más conscientes, al mismo tiempo, de la índole de esta guerra y su mal ocultado objetivo.


Contra todas las mentiras (hablar de simple hipocresía es demasiado eufemístico) y manipulaciones de todo tipo de la información respecto de esta guerra en extremo sucia en todos los aspectos (de vileza extremada en sus medios y en sus objetivos), por parte de estos países, los ricos, todo el objetivo primordial que estos están persiguiendo con esta guerra, es seguir sobreexplotando a los países pobres, mantener su statu quo de sobreexplotadores.


Los aterra perder esos lujos, excesos y vida fácil, sustancialmente parasitaria, a la que ya están muy acostumbrados. Ante todo, es por esto que cierran los ojos ante una realidad de un cambio que ven acercarse, y que, ingenuamente, no quieren ver llegar jamás, por ningún motivo, y se niegan a entender que es inevitable.


Es así a través de todas las revoluciones, y esta es una a nivel mundial, en que los rusos son solo algunos de los insurrectos que concurrirán.


Esta es la primera guerra mundial con impulsos y miras de revolución, por el lado oprimido, y la primera revolución a nivel mundial.


La obcecación del pragmatismo político es tal, como suele ocurrir, en los países ricos que la generaron y están sosteniendo, que no aciertan a ver tampoco estas claras verdades: el mundo evoluciona siempre e inevitablemente, lo hace siempre hacia el progreso, y no hay progreso sin justicia, o en otras palabras la justicia es parte esencial del progreso.


El resto, que su modus vivendi es injusto, en extremo, contra mucha gente, contra billones de seres humanos, y hasta, en cierto modo, contra ellos mismos, ya lo saben muy bien, porque gran parte de sus abusos consiste en tratar de ocultarlo, precisamente.


La ONU, por ejemplo, en su Declaración Universal de Derechos Humanos deliberadamente omite el derecho humano más fundamental de todos: el derecho a conocer los derechos humanos, y luego, sobre todo, cómo lograr que esos derechos se respeten, sin tener que llegar hasta el grado de ser abogado.


Y a la vez no he conocido nunca a ningún abogado que realmente sea tal.


Casi un siglo después de espetada al mundo gobernado pobre semejante afrenta de declaración, todas las cortes internacionales del mundo entero, fingen a diario no darse cuenta de la infinidad de extremas injusticias que a cada segundo en el mundo pobre se están consumando de formas totalmente impunes; y al mismo tiempo, todas estas cortes fingen no saber el evidente hecho de que la gente, en su gran mayoría, que está padeciendo estos miles de abusos, ignora el sinuoso camino para defenderse, además de carecer de casi todos los demás recursos que se requieren para su defensa; por  causa, precisamente, de esas injusticias que lo están urgiendo a encontrar solución.


En el mundo actual hay esencialmente dos culturas: Una de vileza, cinismo, sobreexplotación y sobreabundancia robada, y otra de sistemáticamente inducidas ignorancia, abnegación y resignación en la extrema miseria por dicha sobreexplotación. En síntesis, nuestro mundo actual se caracteriza por una cultura de miserable miseria.


Trabajamos para generar los lujos y los excesos de los países ricos, y trabajamos mucho más de lo que en ellos se permite a sus gobernados, y se nos paga mucho menos que bajo las leyes de sus territorios, para que enseguida vendan ellos los productos y servicios de nuestros trabajos a precios tan altos, que nos son inasequibles a quienes los produjimos.


Luego, si tratamos de escapar de la miseria a la que nos someten mediante esta forma de esclavización y tener una vida tan siquiera humana, se nos niega e impide la entrada a sus territorios; y si ingresamos furtivamente, se nos caza o se nos echa y se nos tacha de "ilegales", sin llamar nunca "ilegal", no obstante, a esa extrema vileza de sobreexplotarnos.


Los países e individuos ricos han robado a manos llenas a los pobres a través de toda la historia de la humanidad; actualmente siguen saqueándonos al menos tanto como en las pasadas épocas imperiales, y tienen con todos nosotros, los pobres en países pobres, sobre todo, una enorme deuda, que deben pagar. La conciencia cada vez mayor de este hecho, es lo que está generando la absurda e infundada (en la razón) unión entre todos los países ricos del mundo entero, contra todo el mundo empobrecido.


La globalización que la tecnología está posibilitando, debe consistir en hacer llegar hasta todo rincón de la Tierra la justicia máxima alcanzada, en los derechos y oportunidades en cualquier otro lugar de este planeta.


Es necesario educar sistemáticamente a cada ciudadano del planeta entero en cada uno de sus derechos fundamentales y a la vez garantizar de oficio, automáticamente, la observancia de cada uno de esos derechos, así en los más extremamente vulnerables como en los menos, de los individuos y grupos de estos.


Debe haber un mismo sueldo para cada puesto de trabajo en todo el mundo, equivalente en su moneda respectiva, inicialmente, y, preferentemente desde un inicio, una misma moneda para todo el mundo.


Esto eliminará las necesidades de la migración por las causas actuales de la sobreexplotación y la injusticia de unos sobre los otros.


Es un hecho probado que cuando existe suficiencia de recursos en la gente, el bienestar resultante genera solamente vínculos amistosos y hasta de afecto, entre todos, y no solo paz y bondad.


Cada día lo constato al notar que cuando la comida es suficiente entre la gente, el buen trato sincero, gustoso, e incluso altruista, nos rige a todos, sin excepción.


El injusto desequilibrio en oportunidades y derechos, en justicia y en recursos materiales resultantes, están actualmente, por el contrario, generando extensas y extremas miserias, sufrimientos y rencores que nos impelen a la violencia por todo el mundo.


Necesitamos comenzar por lo más difícil y doloroso para todo el mundo: legislar  mundialmente nuestra economía a nivel individual y laboral.


Una vez logrado esto, legislar también a nivel global los derechos humanos en general, en todos los demás aspectos, y hacer que estas leyes se cumplan realmente, será mucho menos difícil. Será algo ya casi automáticamente dado.


Para algunas decisiones en disputas y controversias, UNA VEZ LOGRADO, DE ESE MODO, DICHO BIENESTAR Y, ASÍ, ALCANZADA UNA OBJETIVA, DESAPASIONADA Y ALTRUISTA PERCEPCIÓN, CAPTURA Y FIEL PRESENTACIÓN DE LA INFORMACIÓN QUE A TODOS NOS CONCIERNE COMO HUMANOS EMPÁTICOS Y RESPONSABLES, puede y debe haber al fin democracia global, mediante votos de cada individuo de todo el planeta, sin representantes por países ni otros grupos.


Debido a la actual falta de tal justicia económica y material, el mundo actual no está emocionalmente en condiciones de ser objetivo e imparcial ante nada que se le presente. Esto va a ser resuelto, únicamente, por el bienestar nacido en la justa igualdad de nuestros derechos y oportunidades reales.


El cambio a un mismo sueldo, es ya tan obviamente justo y necesario, que no requiere ningún referendo, sino solamente madurez política y humanidad, demostradas mediante estos hechos de empatía y sentido de justicia. Y amor al progreso y la felicidad, para todos a un tiempo.


Respaldo:

May-01-2022

https://archive.is/BDSYT

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