viernes, 2 de septiembre de 2022

(2) Acoso sexual en la Casa Pastoral San Vicente de Paul

Nota preliminar: Este artículo es un borrador todavía, muy incompleto aún, que iré completando en los próximos días.


"Casa Pastoral San Vicente de Paul", dice el letrero de un lugar, en Guadalajara, Jalisco, en cuyo patio hay un comedor comunitario, para gente de escasos recursos; en el que se prepara y sirve desayuno, de lunes a sábado, a alrededor de 30 personas; pero donde además se cometen abusos con mucha frecuencia contra las personas en estado extremo de vulnerabilidad que allí acudimos.


Para la gente con alguna formación moral, o jurídica, está de más decir que aprovecharse de esta diferencia en posiciones, es un agravante que tomar en cuenta; aunque, obviamente, es necesario señalar este hecho, en vista de que al mismo tiempo hay gente para la que las ventajas y las desventajas no parecen tener importancia al cometerse abusos; y otras para quienes esas diferencias son, precisamente, fuente de sádica satisfacción.


El origen visible, y "doloso" (para usar un término jurídico), o  decididamente perverso, de prácticamente todos estos abusos, de los cuales voy a hablar casi exclusivamente en cuanto a los que he visto y padecido directamente, es el encargado y cocinero del lugar; cuyo nombre, según algunos indigentes me han comunicado tras preguntarles, es Sergio; y cuya edad, calculo, es de unos 62 años de edad, o más.


Sin embargo, hay ayudantes suyos allí mismo que lo protegen en sus abusos, y que, por lo tanto, son sus cómplices a la vez.


Artículo al respecto:

Amenazas en mi contra por denunciar acoso sexual contra una mujer indigente

http://encompletoequilibrio.blogspot.com/2022/08/amenazas-en-mi-contra-por-denunciar.html


---Continúo escribiendo aquí.


---Insertar la grabación del audio aquí.


00:04 Estando otra persona y yo adelante en una fila de unas 30 personas, esperando para entrar al comedor, Sergio, el cocinero, llama solamente a la otra persona, sin considerarme a mí ni a los demás, aunque sobreentendimos que era la llamada para todos, y entramos todos.


Dejo una de mis mochilas en la silla en que normalmente me siento, a cuyos lados hoy están sentados un muchacho y una muchacha. Enseguida voy al baño, regreso y me siento.


El muchacho antedicho, indigente (como casi todos los demás que allí desayunamos), tiene unos 40 años de edad, nació en Guadalajara, aunque vivió un largo tiempo en la ciudad de México, y en los últimos meses ha perdido la vista casi por completo, debido a un padecimiento curable, pero inatendido.


Y ella, indigente también, de unos 37 años de edad, es de origen cubano, y lleva algunos años en México. Antes de esta vez, ella y yo no habíamos platicado casi nada, nunca. La vez pasada que la vi, fue al pasar en la mañana por una banqueta en la que ella había dormido, y acababan de robarle su mochila, en que llevaba todas sus pertenencias.


A esta muchacha, he llegado a encontrármela de cerca muy pocas veces, y he platicado con ella muy poco, casi siempre unas palabras de saludo y despedida, exceptuando únicamente la conversación de la ocasión cuyo audio aquí muestro, en que causalmente coincidimos en esa mesa.


Nunca la he visto ebria o haciendo algún escándalo y siempre la había visto muy seria, antes de esta ocasión, en que platicó mucho, y hasta se rio varias veces.


Nunca la he visto vestir  atrevidamente. Aunque ni siquiera debería hacer esta aclaración, porque nunca debe depender de ello el si se acosa sexualmente o no a otra persona.


La mayoría de las veces que la he visto, en cualquier lugar, ha ido sola, y todas las veces que la he visto acompañada por alguien, ha sido por otro indigente, de cincuenta y tantos años de edad, muy noble y muy serio, al que jamás he visto ebrio en ninguna de las muchas veces que me lo he encontrado, y con el cual he platicado muchas veces, desde hace unos dos años, durante unas 5 horas en total.


03:37 Cuando regreso del baño a la mesa, el muchacho está platicando con la muchacha sobre una herida que le produjo una de las caídas que ha sufrido últimamente, por estar perdiendo la vista.


Luego platican sobre la muerte; su conveniencia y su resultado.


06:20 Pregunto a la muchacha "¿oye, tú eres, de Cuba?"


---Continúo escribiendo aquí.


25:51 Llega Sergio, el cocinero, a donde está la muchacha, llevando un recipiente que contiene aproximadamente un kilo de cueritos, como para aparentar gran generosidad, y nos pregunta, a ella y los otros dos que estamos platicando "¿quieren más, quieren más cueritos?"


Es de especial significado el hecho de que este señor jamás sirve comida a nadie allí, * con excepción del caso a esta muchacha. En que, de paso, nos ofreció también a dos de quienes estábamos cerca de ella.


* Quien sirve el desayuno, es normalmente un ayudante; que puede ser una persona u otra, no indigentes por lo general; o incluso, a falta de alguna de ellas, alguno de los indigentes o personas de escasos recursos que allí, con distinta frecuencia, acudimos.


Y muchísimo menos se muestra tan —aparentemente— generoso con nosotros.


Lo cual constituye, obviamente, discriminación a todos los demás y, al mismo tiempo, favoritismo hacia ella; pero no en modo alguno como alguna práctica de positiva discriminación, tendiente a

compensar la desventaja en la que las mujeres se hallan en la sociedad actual; sino, por el contrario, con el fin evidente de aprovecharse abusivamente de esa desventaja, aunada con la de su situación de calle y su condición de inmigrante, tratándose de una persona que al mismo tiempo pertenece a tres reconocidos grupos en estado de vulnerabilidad.


---Continúo escribiendo aquí.


En el minuto 34:33, regresa el cocinero hasta el lugar en el que estábamos, a continuar insistiéndole a la mujer.


Tomando en cuenta las diferencias de posición entre un prestador de un servicio con supuesta pretensión de mera caridad, y quien lo recibe desde una situación en triple estado de vulnerabilidad, ese tipo de proposiciones no debe hacerse nunca, ni por una vez, ni mucho menos reiteradamente, y mucho menos en reacción a repetidas claras negativas, explicitadas por la persona que está siendo objeto de tales abusos.


Si para este sujeto, y cualquier otro, no fueran realmente tales diferencias algo que propicia, abusivamente, esa conducta en él, habría que preguntarle si del mismo modo trata a las mujeres que no están frente a él en igual desventaja, y que, por tanto, pueden defenderse de su acoso.


Y si en defensa de ese acoso él arguyera que esta mujer, indigente, aunque se ha negado a sus solicitudes no se ha mostrado molesta por ello, habríamos de ver si en las mujeres de su igual nivel socioeconómico, o sin la necesidad de desayuno allí, él es capaz de suscitar esa misma reacción de no mostrarle indignación o enojo.


Obviamente, de ser esto así, no estaría él acosando sexualmente a una mujer necesitada de alimento que, a través de él por desgracia, allí se da.


Si este sujeto tuviera la capacidad de convencer o seducir mujeres que no padecen ese estado de vulnerabilidad, o si las mujeres que no lo padecen mostraran ante él ese grado de tolerancia, sin gritarle, denunciarlo o reportarlo, entonces esto sería natural; pero no es así.


Y él mismo, con todo descaro, lo reconoce cuando al insistir en acosar a esta mujer, responde a su negativa diciendo que él no puede conseguirse otra mujer porque ya está viejo.


---Continúo escribiendo aquí.


Lo que en este caso, y cualquier otro análogo, debe quedar principalmente del todo claro, es que cualquier aparente (supuestamente real), o incluso real, falta de enojo (o incluso consentimiento, e incluso explícito), en cualquier relación en que existe esta disparidad de posiciones o desequilibrio de poder, es un abuso.


Y, quisiera poderlo decir ahora mismo también, es desde el punto de vista jurídico muy arriesgado, si la afectada poner una denuncia.


Sin embargo, la sociedad en que vivimos es todavía tan machista y corrupta a la vez, que la mayoría de las mujeres no hacen este tipo de denuncia (ni ninguna otra, como tampoco los hombres, en México), por ignorancia de sus derechos, por sus —fundados— temores a represalias y por desahucio ante la corrupción en el sistema de justicia.


Nos corresponde a la sociedad, sin embargo, cambiar esta forma abusiva de aprovecharse de las posiciones de ventaja, concientizando al respecto lo más posible; exponiendo amplia y críticamente, y —al menos así por ahora— castigando a quienes están cometiendo estas injusticias y a todos sus cómplices.


---Continúo escribiendo aquí.


37:49 Camino hacia fuera del lugar, enseguida de despedirme.


---Continúo escribiendo aquí.


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Ago-31-2022

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Sep-02-2022

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