La mañana de ayer, martes 2 de noviembre, vino al parque Botánico un grupo de seis o siete personas del gobierno de Guadalajara, y pasó por un lado de mí, por el camino en cuya orilla yo estaba sentado en una banca trabajando en denuncias por Twitter, sobre las sistémicas violaciones de derechos humanos que está continuamente ese gobierno cometiendo. Luego, en la mitad de ese camino se detuvieron, se quedaron allí un rato platicando y se regresaron a pasar otra vez por un lado de mí.
Eso no llamó mucho mi atención, a pesar de que es muy raro que vengan acá, y como no vi nada significativo en ello todavía, no los fotografié ni les tomé video.
Sin embargo, un rato después, el tipo, de nombre "Toño", que riega las plantas en este parque, y que es en extremo abusivo (ya lo mencioné en uno de mis videos recientes), volvió a mojarme con la manguera, pero mojando ahora también mi celular, mientras yo estaba sentado en una banca.
Hacía meses que ese retrasado no cometía en mi contra uno de esos abusos, aunque se le siempre de mal humor, como consumido por amargura. Aunque lo he visto y escuchado en tres ocasiones llamar "animal" o "animales" a mujeres, y solo a mujeres, cuando pasan por entre algunas de las estorbosas plantas colocadas recientemente con ese fin de dificultar más la existencia a los indigentes (este tema será motivo para otro artículo o video). Aunque en lo tres casos que menciono, las mujeres no eran indigentes, sino visitantes del hospital; pero para él no eran más que mujeres, de cualquier manera.
En realidad su odio se extiende a todo el mundo, pero principalmente a los que, por no tener la "dicha", de, como él, estar (él diría "ser del", no "estar en el") en el gobierno, le parecemos inferiores. Por ello hasta se dio hoy el lujo de gritarme "inútil".
Así, ya el hecho anterior, la visita y pasarela de los otros del gobierno, parecía tener sentido.
El imbécil que riega las plantas, me dijo simplemente repetidas veces que me había mojado porque estaba haciendo su trabajo, y yo reiteradamente le tuve que responder, como a un retrasado mental, que su trabajo es regar las plantas, no mojar a las personas, como acostumbra hacerlo con muchos indigentes, por amargura y desprecio.
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