martes, 16 de noviembre de 2021

Me roba otra vez el gobierno de Guadalajara

Anoche, en el parque Botánico, me robaron el diablo y casi todo lo que, al vivir en la calle, transportaba en él: una maleta grande, un costal lleno de algunas de mis cosas y una bolsa con ropa.

Considero totalmente seguro que se lo llevaron en una camioneta, porque fue demasiado rápido para podérselo llevar a pie. Lo perdí de vista solamente menos de un minuto, al alejarme unos metros por algo para cenar.

Enseguida busqué por todo el parque: entre las plantas, entre las pertenencias de otros indigentes, y hasta arriba de los árboles y en las alcantarillas (son los clósets de muchos de los indigentes); entre los carros de alrededor; y por las calles, observando y preguntando a quienes encontraba. Sin encontrar nada.

Me quedaron solamente algunas pocas cosas; lo que traigo en otra maleta, pequeña, del tamaño de una mochila, medio vacía.

Entre las cosas que anoche me robaron estaban cuatro discos duros, uno de 1500 GB, otro de 750 GB, otro 80 GB y otro como de 60 GB (todos llenos de información que necesitaba y que no tenía respaldada); alrededor de 50 documentos en papel (casi todos previamente digitalizados y respaldados en Internet); dos laptops (una HP, con algunas fallas, que muy raras veces usaba, y una MacBook sin tarjetas de memoria ni cargador, que compré en un tianguis con el fin de completarla, pero no llegué a usar nunca); un celular; un teclado para tableta; dos MP3s con pantalla (tipo minicelulares); dos pares de audífonos; dos lentes de aumento; unos lentes para el sol; varios chips telefónicos; unas 30 monedas antiguas, de poco valor casi todas, y de no mucho valor ninguna; bisutería, usada (unas 20 pulseras y collares para mujer), que una muchacha me había regalado para vender; ropa, usada, en mal estado (tres cambios; dos suéteres, un chaleco para el frío; dos chores, para poderme bañar en el río Atemajac); una sábana; dos cobijas; plásticos para cubrirme de la lluvia por las noches; una extensión eléctrica, de dos metros, multicontactos, que usaba a diario; una sombrilla y un sombrero que a diario usaba; una gorra (cachucha); una cubeta y alrededor de 50 pequeñas cosas que necesitaba y que ocupaban la mitad de la maleta grande (jabón, fibra y escobeta para lavar, cloro, herramientas para el diablo, cargadores, cables, adaptadores, etc.)

Este robo fue cuidadosamente planeado y con camioneta, seguramente. Estuvieron cazándome, detrás de mí, hasta encontrar la oportunidad.

Y tomando en cuenta que nunca dejé ver por esta zona de la ciudad ninguna de las viejas laptops que tenía, * ni las monedas ni la joyería de fantasía, que nunca hablé con nadie respecto a ellas, y que por mi apariencia física, con ropa muy sucia, la maleta y el costal muy sucios, la sombrilla, el sombrero y la bolsa muy rotos y muy sucios, entre otros detalles similarmente notorios; y que por ello no podía pensarse que mis cosas fueran de tanto valor material como para robárseme mediante el uso de tales recursos, es seguro que solo el gobierno, municipal y/o estatal, pudo haberme cometido este otro abuso.

* En los últimos dos años, solamente tres o cuatro veces usé la HP, muy notoriamente antigua, muy sucia y con la pantalla muy dañada (apenas visible, por haberle entrado agua de la lluvia), en una banca de la avenida Chapultepec, una zona de clase económicamente alta, y la vez más reciente fue hace unos tres meses. La otra laptop jamás la dejé ver por nadie en ningún lugar.

A unos metros de donde el robo se cometió, hay una caseta de la policía estatal, donde hay un policía que no se da cuenta de casi nada nunca, ni aunque se le vaya a avisar, porque además supuestamente casi nunca está (lo que nunca puede desmentirse, porque los vidrios de la caseta se transparentan solo hacia fuera).

No se sabe nunca si este policía está dormido o jugando o chateando con el celular, o si está o no está en ese lugar, porque, como en todo el gobierno de México, en cualquier nivel, no puede verse hacia dentro, no hay transparencia. Y seguramente en cuanto a esto se alegaría el en extremo ridículo absurdo de que es por la seguridad del policía. Pero a la vez, en consecuencia, por la inseguridad de todos los demás alrededor. Lo cual está siempre alentando la delincuencia, incluyendo, primordialmente, la del gobierno.

Ahora me urge ir a tratar de conseguir un suéter, porque tengo mucho frío. Y cambiar las contraseñas de muchas de mis cuentas de Internet; de correo, blogs, etc.


Artículo anterior:

Más acosos en mi contra por el gobierno de Guadalajara

http://encompletoequilibrio.blogspot.com/2021/11/mas-acoso-en-mi-contra-por-el-gobierno.html


https://archive.md/vlHAy

https://archive.is/dROYP

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